lunes, 3 de agosto de 2009

Extinciones compartidas

...Y pues resulta que sí, que sí me he tomado tiempo para pensar en las cosas que hago, y a veces también para pensar en las que digo; sin embargo, la mayoría de esas veces me toma más tiempo pensar en si puedo pensar; y más tiempo aún ocupo para pensar en si acaso puedo sentir cuando hago o digo las cosas que te lastiman.

Entre tanto intentar descubrir lo que pasa, he llegado a pensar que algo se murió dentro de mí, tal vez es algo que en realidad nunca existió, o probablemente ni siquiera agoniza, ni siquiera está enfermo ni se quiere morir... tal vez sea sólo que yo lo quiero matar.

Matar el sentir y matar el pensar... asesinar la posibilidad de sufrir, ni siquiera atreverme a creer, porque si creo en ti, terminaré maldiciéndote.

Cuando por fin pueda matar el sentir, no morirá el alma, sólo será más fuerte, oscura tal vez, pero lo suficientemente fuerte para no sentir piedad cuando tu hora llegue; para no tener caridad cuando agonizando clames compañía; para no sentir amor al mirar atrás; pero tampoco sentir odio al recordar tus fechorías... Para que entonces pueda observarte como un simple espectador que no se involucra, que no comparte y que no sufre. Porque entonces y al fin, ya no sentiré nada.

No hay comentarios: